Hoy conversaba con una joven de nuestro Grupo Pequeño acerca de lo que es el compromiso. Me tomé un momento y decidí reflexionar en esa palabra. Entre varias definiciones, me llamó mas la atención la siguiente:

«El valor del compromiso es uno intangible que nos debe permitir dar lo mejor de cada uno de nosotros sin necesidad de que nadie nos lo solicite. Hablamos de un valor, y no de una estrategia. Queremos apelar a una forma de ser, y no a un estar por conveniencia.»

Aquí hay mucha tela para cortar.

Muchas veces deseamos ver resultados sin establecer un compromiso. Para tener un matrimonio que funcione (no perfecto), tienes que tener compromiso. Para criar hijos sanos físicamente y saludables mentalmente, tienes que comprometerte. Para mantener una buena relación con tus padres mayores (que piensan diferentes), tienes que tener compromiso. Para permanecer en un trabajo, hay que comprometerse. Entonces si todas las relaciones en la vida dependen de nuestro compromiso con la otra parte… ¿Por qué pensamos que nuestra relación con Dios, está exenta de compromiso? ¿Por que pensamos que de todas esas relaciones, no podemos dejar al lado el compromiso, pero sí escogemos faltar al compromiso de establecer una relación tangible, fuerte, sólida, firme y plena con Dios? Y aún así, esperamos que sin esa relación, todas las demás relaciones vayan «viento en popa».

Como bien indica la definición, el compromiso nos mueve a «dar lo mejor de cada uno de nosotros sin necesidad de que nadie nos lo solicite». No es cuestión de «hacer»…es cuestión de «ser». Es cuestión de que cuando estás «añades valor» vs. a estar «por conveniencia». El compromiso es parte esencial de nuestro carácter como hombre o como mujer de Dios. El nivel de compromiso también indica la madurez que posees como creyente y la capacidad de entender que nuestra palabra se pone en balanza cuando decimos «nuestro Si es Si o nuestro No es No». El compromiso muestra si somos personas «de doble ánimo» o «inconstante en todos nuestros caminos». El compromiso hace que cuando estoy agotada, saque fuerzas de donde no las hay para cumplir con mi palabra. El compromiso o la falta de él, también define cuan importante es para nosotros nuestro testimonio. En estos casi cinco meses he aprendido que el compromiso es mas «dar» que «recibir». También representa «menos de mi y de lo que yo prefiero y de mi zona de comodidad» «o de mis razones válidas, como: la pandemia, el Covid, la escuela virtual, la rodilla que me duele, el cáncer de mi hijo Kevin, mis otros cuatro hijos en cuatro grados diferentes, mi esposo, la comida, el perro que quiero, barrer, mapear…etc…etc.» y más de un simple «que tú quieres de mi, Señor?».

Muchas veces pensamos como creyentes «yo nunca hice un compromiso», «yo nunca dije»… y pensamos que con ello nos libramos de un señalamiento. Nos equivocamos. La llamada «falta de compromiso» se define como «el quebrantamiento de una obligación». Si usted y yo nos llamamos hijos de Dios, junto con los derechos y privilegios de la salvación también adquirimos responsabilidades… y el compromiso de buscar a Dios viene incluido en el paquete. El nos amó a nosotros primero, nada de lo que hagamos o dejemos de hacer cambia eso, pero orar, leer su Palabra, crecer en conocimiento, congregarse (si, congregarse), evangelizar y madurar como creyente, es nuestra parte del compromiso.

La Palabra dice:

«Reconoce, pues, que el SEÑOR tu Dios es Dios, el Dios fiel, que guarda su pacto y su misericordia hasta mil generaciones con aquellos que le aman y guardan sus mandamientos «

Deuteronomio 7:9

El compromiso de parte de nuestro Padre ha permanecido intacto. ¿Cómo nuestras generaciones van a conocer del Señor? Depende de mi compromiso y depende de tu compromiso. Nuestras generaciones nos miran para ver si realmente tenemos compromiso en lo que profesamos. Nos observan a ver si amamos a Dios y nuestra relación con él tanto como lo decimos con nuestra boca. Recuerda mamá y papá: «Tú serás el reflejo mas cercano que tus hijos tendrán de Dios…para bien o para mal». ¿Cuán cercano a la estatura de Cristo estás tú o estoy yo? ¿Cuan comprometido estamos «corriendo la carrera»? Nuestros hijos nos pueden contar, pregúntales.

Compromiso envuelve carácter, envuelve valentía y determinación. Te pregunto una vez más ¿tenemos compromiso o no en nuestra relación con Dios? Recuerda: no hay términos medio.

Mi compromiso contigo es añadirle a tu vida y bendecirte, y a la vez orar para que el Padre desarrolle en nosotros «el querer… como el hacer» (Filipenses 2:13).

Dios te guarde,
Lissette

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