Conversaba con una joven acerca de su vida personal y de sus decisiones y entre toda aquella conversación, de esas que te rejuvenecen el espíritu, escuche las siguientes palabras:  “A la manera de Dios”.  Y me tomé varios días, en lo que mi mente analizaba e interiorizaba aquellas palabras tan ciertas.  

Jocosamente, en el proceso vino a mi mente aquella famosa canción interpretada por el cantante Vicente Fernández (como bien algunos recordarán, particularmente la generación antes de la mía) donde la frase más sobresaliente es “a mi manera”. Eso es lo único que recordaba y entonces me di a  la tarea de buscar la letra y sobresalen algunas palabras como: “Amé, reí, perdí, lloré… a mi manera” cita la famosa canción.  A medida que hacía comparaciones entre ésta canción y lo que establece la Palabra de Dios para mí, me encontré en una disyuntiva:  ¿Habré sido yo “estos dos” alguna vez? o ¿a veces sigo siendo de “estos dos”?

¿Todavía lucho por hacer las cosas a mi manera pero también quiero que Dios haga las cosas a Su manera?

¿Todavía quiero intervenir en aquello que digo que he depositado en las manos del Padre o sigo queriendo intervenir para “darle una ayudita al Señor”?  Como si Él necesitara ayuda alguna de nuestra parte.

La manera de Dios siempre va a ser la mejor.  Puede que nuestros ojos miren y no entiendan, pero eso no significa que no sigue siendo la mejor manera.  Cuando queremos que las cosas sean hechas a nuestra manera, claramente estamos confiando en nuestras capacidades, nuestras habilidades, estamos confiando en nuestras previas experiencias o en lo que alguien nos dijo que hizo en medio de una situación similar.  Yo, me he encontrado en ambas.  Con cinco hijos los cuales tengo que criar, no de acuerdo a lo que yo quiero, sino a lo que debo…no es tan fácil. 

Todos los días tengo que lidiar con personalidades distintas, con caracteres diferentes, con limitaciones acorde a sus edades y capacidades, con condiciones de salud, con diagnósticos, con opiniones diferentes en cuanto a crianza, moda, moral, amor, pero sobre todo su vida espiritual y su relación con Jesús.  Todos los días me levanto siendo una esposa con  todas las virtudes que Dios me dió así como las muchas imperfecciones y debilidades y así mismo mi esposo, quien también es mi Pastor.  Todos los días hay una casa que pagar, hay cuentas que cubrir, hay que hacer compras de alimentos.  Todos los días hay conversaciones entre mi esposo y yo de las cuales me puedo enojar y él también, o no encontramos solución a alguna de estas cosas y pensamos: “¿y cómo hacemos?” o “¿dejamos a Dios hacer lo que él sabe saber? 

Me he preguntado más de una vez: ¿sabré hacer esto? ¿Lo estaré haciendo bien? ¿Me está saliendo bien?  Todo cae nuevamente en estas simples tres palabras: “a mi manera”. La Palabra establece en Jeremías 29:11 “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”.  Esa es clara y sencillamente, “la manera de Dios». Cuando decidimos, intencionalmente, confiar en Jehová, su acción a nuestro favor no se hará esperar.  Más ésta es una promesa con condición.  Jeremías 17: 7-8 dice: “Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto”.

Muchos quieren ser como este árbol, otros predican acerca de las características de este árbol…pero muchos dejan u obvian la parte más esencial de estos versos.  Hay una condición para ser este árbol con raíces fuertes, el cual no siente el calor y en cual en tiempo de escasez de agua no se cansará y seguirá brotando fruto de él…  ¿Cual es esta condición? Poner tu confianza en Jehová. Repito: Deposita tu confianza en Jehová.  

Recuerda:  cuando aceptamos caminar con Jesus a nuestro lado, nadie dijo que no íbamos a pasar por dificultades, lo que sí él dijo era que él iba a caminar con nosotros en medio de ellas.  El Padre nos ama con amor eterno. El depositar nuestras vidas, las vidas de nuestras familias, nuestros planes y sueños en sus manos, siempre van a traer paz a nuestro corazón.  “La manera de Dios” siempre va a ser buena para nosotros.  “A la manera de Dios” todo va a obrar para bien.  “A la manera de Dios” es suficiente.  La manera de Dios es perfecta y agradable.

Mi oración para ti es que seas capaz de depositar en él tu confianza, a la misma vez que decides confiar en Su forma de hacer las cosas y en Su tiempo, el cual siempre va a ser perfecto.  Oro para que reflejes la fuerza y vigor del árbol plantado cerca de las corrientes de aguas. Te aseguro que esta va a ser una decisión determinante para el resto de tu vida.  Te bendigo.

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