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La Palabra de Dios establece que debemos ser como un niño. Tener la inocencia y la simpleza de un niño. Creer y confiar como un niño. Muchas veces vamos a venir con “roturas” delante de Dios, quien es nuestro Padre. Con el conocimiento, la experiencia vivida y nuestra inteligencia, muchas veces pensamos: “Mejor no le digo nada, igual me regaña” “Mejor no le digo nada, y si no quiere” “Y si me dice: Te lo dije”… Yo te aseguro que tu Padre siempre va a querer “repararnos”.
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